viernes, 31 de octubre de 2014

— Capítulo 2 —

Cada noche que pasa me despierto entre pesadillas, a veces de madrugada, otras a la hora que vienen los médicos a verme. Cada noche una distinta. Sin demasiada lógica, o simplemente es que aún no logro entenderlas. Y es que dicen que el subconsciente tiene demasiado poder, tanto que puede jugar con nosotros mismos y hacernos creer cosas que no son, llevarnos a un mundo paralelo y perder los papeles. Por eso espero que ese no sea mi caso. Porque yo sé que no estoy loca, aunque me digan lo contrario repetidamente. Yo sé que no maté a mi familia. Y joder, yo sé quién fue, pero nadie me entiende, directamente, nadie me atiende cuando digo algo. Nadie me da esa oportunidad. Todos dicen lo mismo: discapacidad mental para distinguir entre lo ficticio y lo real. Quizás termine desvariando por completo, quizás al final ya ni me conozca a mí misma, ni logre saber quién soy, ni quién era, y mucho peor, quizás ni sepa quién quería ser en mi futuro. Por suerte, a día de hoy aún lo sé. Y lo único que pido es ayuda. Ayuda para poder ser libre. Para luchar por mis sueños. Para poder ser feliz. Ayuda para encontrar una respuesta a todo, y darle soluciones a los médicos, soluciones exactas, soluciones reales que me permitan salir de esto. A veces necesito incluso escapar de mí, por miedo a que me esté equivocando y en realidad no tenga razón absoluta. Miedo de mí misma. Miedo a que un día la respuesta sea la que menos me interesa. No sé cuánto tiempo llevo aquí, sé que los médicos se cansan de mí, de mis historias. Durante el tiempo que llevo internada han sido tres médicos ya los que pasaron por mí, los que dicen atenderme, pero sólo asienten cuando les explico mis dudas, mis miedos, mis pesadillas. Sólo están para cumplir sus míseras funciones: traer comida, ropa nueva día tras día, la camisa de fuerza en momentos de arrebato y las dosis de pastillas en sus diferentes momentos del día. Esto es tan aburrido…, por eso he decidido pedir un block de hojas y algo para poder escribir. Tardaron al menos un mes en facilitármelo. Y es que al parecer, tenían el miedo a que tuviese brotes suicidas e intentase arrebatarme la vida con un folio o el bolígrafo, por muy absurdo que parezca, así de precavidos son estos psiquiatras. No digo que al principio se me pasase eso por la cabeza, cuando no sabía que pintaba aquí, cuando todo era tan negro; pero ahora, ahora lo que quiero es poder plasmar lo que me pasa, por si un día salgo, o simplemente, por si un día llega alguien que pueda ordenar tanto caos que tengo en mis pensamientos tan borrosos, por si llega un médico que sepa entenderme y sobre todo, ayudarme. Aunque la espera se me hizo larga, al fin conseguí lo que me propuse, después de tanto insistir en me concediesen el deseo de poder escribir, aquí estoy hoy, contándoos mi triste historia. A veces, me iré sobre las ramas, no os niego que problemas tengo, porque estar aquí es un trastorno emocional. Por eso que, lo siento. A lo mejor es por eso que se cansan tanto los médicos y me dan por un caso perdido, sin arreglo. Pero yo espero que algún día llegue uno y sepa por lo que estoy viviendo. Estoy tan cansada de tomar tantos medicamentos. Pues dicen que así nos dejan contentos. Y como os decía, a mí me dan sueño, y es ahí cuando veo a John, bueno, a su sombra, alejada…

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