viernes, 31 de octubre de 2014

— Capítulo 3 —

En esos sueños a veces me veo a mí, llorando, tirada en el suelo, al lado de mi hermana, pidiendo a gritos que despierte, que abra los ojos, pero eso no sucede y me derrumbo por completo. Y si giro mi mirada y observo al alrededor veo mi familia. Muerta. Y lo único que quería era estar como ellos, muerta también. ¿Por qué? ¿Quién fue capaz de hacer eso? Y es que había sangre por todo el piso. Y en mis manos. Y en mi ropa. Y en mi cara. A lo lejos le veo a él. Escucho su risa. Y se va desvaneciendo. Queda su olor, olor a tristeza, olor a dolor. Olor extraño. Parece esa típica persona que pasa por tu lado y no reparas en ella, que ni te das cuenta. Esa persona a la que no quieres ni cruzarte con ella. Esa persona solitaria, que debe mostrar una sonrisa forzada, malvada. Esa persona que huele a soledad, a misterio. Así era John. Solo podía definirle de esa manera, solitario, oscuro, malévolo. No podía verle nunca el rostro. En todas mis pesadillas lo veo de espaldas. A veces más cerca, y otras simplemente, lo siento, lejos, muy lejos, pero lo siento. A veces me despierto sobresaltada, como si alguien me estuviese tocando, como si alguien estuviese respirando justo a la altura de mi cuello. A veces creo que él está conmigo. Que él es alguien conocido. Pero por desgracia, tengo episodios amnésicos, y él es una de esas cosas que no consigo recordar, que no consigo saber quién es... Pero sé, que poco a poco, por mucho que me cueste, lograré verle su cara con nitidez y descubrir porqué terminé yo aquí en vez de él.

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