Esperé unos segundos, seguía escuchando una
respiración entrecortada al otro lado del teléfono. Me desesperaba.
-
Oye, estoy escuchando cómo respiras, responde.
-
Sácame de…… *piii,
piii, piiii* - la llamada se cortó, pude escuchar gritos mientras esa
persona me hablaba.
Dejé el teléfono dónde estaba, ni reparé en ver el
número ni nada, en ese momento no le di importancia, lo que me importaba era
terminar el baño que estaba teniendo. Y así fue, subí, fui al cuarto de baño y
me metí de nuevo en la bañera.
Desconecté de todo. Dejé que pasara el tiempo, los
segundos, los minutos, e incluso dejaría pasar las horas. Estaba tan relajada,
tranquila. De repente, escuché ladrar,
Cristie y el perro estaban en casa. Me aclaré el pelo, me quité la espuma, me enrosqué
nuevamente en la toalla y di una voz:
-
Cristie, estoy arriba, me visto y me reúno contigo
en un instante.
-
Vale, no tengas prisa, he comprado un par de cosas,
voy a colocarlas en su sitio.
Apenas tardé
en vestirme, me sentía nueva. Y una vez más comenzó a sonar el teléfono
mientras yo bajaba las escaleras, fui corriendo antes de que colgasen. Esta vez
llegué a tiempo, esta vez hubo respuesta,
de hecho no pude ni preguntar quién era, ya empezó ella la conversación.
-
¡Ruth! Tengo buenas noticias, lo hemos conseguido:
EDER ESTÁ EN LA CÁRCEL. – estaba eufórica, me sorprendí a la vez que me alegré.
– Todo ha salido como preveía Peter, mi abogado, le han condenado a 3 años de
cárcel. Ahora podremos estar tranquilas. Ruth, ¡¿estás ahí?
-
Sí, joder, menos mal, me alivia bastante escuchar
eso Eli, estabas tan emocionada, que no me has dejado pronunciar palabra…
-
Ay, es que estoy tan orgullosa de conseguir que ese
cabrón esté donde se lo merece.
-
¿Tardarás mucho?
-
No, sobre media hora y me tenéis ahí.
-
Vale, pues vamos a hacer la comida, luego hablamos,
tengo cosas que contarte, hasta luego.
-
¿Cosas? ¿Qué cosas?
-
Cuando llegues, ven con calma, hasta luego.
-
Pero… - No le di tiempo a que hiciese más preguntas,
le colgué.
Fui para la cocina, allí estaba la madre, con todo
preparado para hacer la comida, ya había empezado a picar las verduras.
-
Voy a preparar espaguetis, ¿te apetece? A Eli le
encanta, y seguro que vendrá con hambre, a ver si no se demora mucho.
-
Sí, te ayudo a prepararlos, a mí también me
encantan. Justamente me acaba de llamar, tardará sobre 30 minutos…
-
¿Y cómo acabó la cosa? – me interrumpió.
-
Eso te iba a comentar, 3 años en la cárcel tendrá
que pasar Eder. – su rostro mostró alegría.
-
Es lo mínimo que se merece. ¿Le contaste lo que te
ha pasado?
-
Aún no, le dije que hablaríamos cuando llegase a
casa. – ya no dijo nada, asintió y sonrió.
Nos pusimos a hacer la comida, cuando estábamos
terminando, apareció Eli, feliz, alegre. Le dije que después de comer le
explicaría lo que había pasado, y que no había que preocuparse, pues por
suerte, Eder había terminado en la cárcel, y eso era lo importante.
La comida estaba deliciosa. Cristie nos hizo
evadirnos del tema de Eder, hablando de Chester y de los paseos de esta mañana.
Al acabar de comer, recogimos y nos fuimos para el salón. Yo cogí el paquete
con las fotos, cuando Eli me vio con eso en la mano se sorprendió. Le pedí
ayuda a la madre, pues me iba a resultar algo complicado tener que contar la
historia de nuevo. Entre las dos se la fuimos contando, le leí la nota. Su
rostro se tornaba a pálido por momentos. Se sorprendía, quería hablar, pero no
le dejamos gesticular palabra alguna. Y al final de todo, dejé que Cristie
explicase lo de las fotos, lo de mi familia, lo del asesinato, lo de mi época
en el manicomio, y que no podíamos ir con el paquete a la policía por lo que me
pasaría a mí.
Eli, al final, directamente no le salían palabras. Tenía
los ojos llorosos, estaba a punto de echarse a llorar con mi historia, y yo… Yo
ya había soltado alguna que otra lágrima. Estaba sujetando el paquete con todas
mis fuerzas, dentro estaban las fotos. Eli me abrazó, y entonces dijo:
-
Tranquila, tonta, esta es tu nueva familia, y nunca
volverás a ese lugar, estás a salvo con nosotras. – le sonreí con lágrimas en
los ojos, pero no dije nada. - ¿Quieres que veamos las fotos? – asentí.
Cogí el montón de fotos y empecé a verlas, cada una
más fuerte que la anterior. Sentía como si me clavasen puñales por todo mi
cuerpo. Las lágrimas no cesaban. Sentía frío, dolor, miedo, rabia, impotencia y
odio. Mucho odio.
Allí estaba mi familia, asesinada, asesinada por un
cabrón que supuestamente Eder dice conocer. Un cabrón cuyo nombre es John. Lo
que más me dolió, fue verme en una foto, junto a mi hermana, y con una pistola
a mi lado, llena de sangre.
-
¡Maldita sea! ¿Por qué me ha arrebatado a mi
familia de esta manera? ¿Por qué ha hecho que las culpas cayesen sobre mí? ¿Por
qué no me disparó como les hizo a ellos? ¡Joder, joder! No puedo entender cómo
existe alguien así, y qué motivos existen para realizar tal cosa.
-
Tranquila, quizás debamos buscar pistas, quizás
debamos investigar el caso por nuestra cuenta… Pero no te machaques a ti misma
diciendo eso, diciendo que deberías estar muerta como ellos. Si tú estás viva,
si a ti te dejó viva, algún motivo debía de tener.
-
¿Pero cómo vamos a investigar este caso, Eli? Si ya
está cerrado, si ya han pasado unos años y la supuesta asesina fui yo…
-
Ya, pero sabemos que tú no has sido. Y sabemos que
Eder pinta algo en esta historia. Asique, debemos intentar hilar tanto hilo.
Aunque suene imposible, nada lo es.
Hubo un
pequeño silencio, las tres nos observábamos… Y esta vez, quién rompió el silencio
fue Chester, se escuchaban sus ladridos desde el jardín. Nos echamos a reír, e
intenté animarme.
-
Chester impaciente por otro paseo.
-
Cierto, pero ahora se va a esperar, la pequeña de
la casa es quien más apoyo necesita. – con las palabras de Cristie me sentí tan
importante, tan querida.
-
Tengo algo más que contaros… A las dos…
Ambas se sorprendieron.
-
Cuando Cris se fue a pasear a Chester, antes de
hacer la comida, yo me quedé para darme un baño, entonces alguien llamó por teléfono,
no sé quién sería. Quizás Eder… Pero no sé… Sonó muchas veces antes de que lo
pudiese coger, y cuando al fin llegué a descolgar, sólo escuchaba una respiración
entrecortada, le dije que hablase, y entonces escuché como unos gritos al fondo
y a él, que empezó una frase y se cortó la llamada, solo pudo decir “sácame de…”.
Su voz no era como la de Eder, era una voz más leve, más frágil, de un chico más
joven, de mi edad podría afirmar, pero no entiendo quién podría ser…
-
A ver, veamos de donde llamaba… - dijo Cristie.
-
Oh, es un teléfono fijo, a ver, voy a devolver la
llamada… - dijo la hija, mientras pulsaba el botón verde.
Eli puso el teléfono en manos libres. Aún tardaron
en responder, pero cuando lo hicieron nos asombramos. Aquella voz no era la
misma que la que me había llamado anteriormente, era una chica:
-
Buenas tardes, hospital psiquiátrico, ¿en qué puedo
servirle? – le hice una señal a Eli para que colgase antes de que dijese nada.
-
Ups, perdone, me he equivocado de número, disculpe
las molestias. – colgó inmediatamente.
Ya sé quién podría haber sido aquella persona,
Matt, ¿cómo habría logrado encontrar el teléfono de donde yo vivía? ¿Estaría en
peligro? Sin explicarles nada, les dije:
-
Tenéis que ir a ese manicomio y conseguir visitar a
Matt. Si lo conseguís, preguntadle por Ruth, si sabe quién soy, si me ha
intentado llamar, pero que nadie os controle. En ese manicomio nada es normal,
y los médicos son unos cabrones, no ayudan a sus pacientes, los destruyen…
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