[Jueves 8, enero]
*Din, don*
Una vez más sonaba aquel timbre… Ahora debería ser
Cristie…
Ya no quería ni asomarme a ver quién era, asique
abrí sin dudarlo, las manos aún me temblaban, y seguro que no tenía buen
aspecto.
-
¿Es usted Erika Clark Gray? Soy el agente Paul, he
recibido una llamada anónima asegurando que un hombre ha estado aquí
amenazándola, ¿es eso cierto? ¿Está usted bien? ¿Por qué no ha llamado a la
policía?
No sabía ni qué responder a tal interrogatorio de
preguntas… Decidí mentir piadosamente.
-
Señor agente, sí, soy Erika, pero puede estar
tranquilo, ha venido aquí alguien, pero se ha ido, yo directamente no le he
abierto la puerta, y esa persona hoy mismo acabará en la cárcel. No quise
avisar a la policía por ese mismo motivo, pues, quien vino aquí era Eder, cuyos
apellidos no conozco, pero es el ex-marido de mi hermana, con el cual tiene un
juicio en estos momentos.
-
Ha hecho mal, pudo avisar a la policía, sería la
mejor opción, además de una prueba a su favor para que termine en la cárcel
como usted opina.
-
Lo sé, lo siento, tiene usted razón, pero me sentía
indefensa y algo asustada, en ese momento no supe que hacer.
-
Bueno, entonces, ¿ahora está bien?
-
Sí, agente Paul. Muchas gracias por su atención.
-
En caso de que vuelva a suceder algo similar, no
dude un instante en avisarnos, es nuestro deber proteger a las personas como
usted. Que tenga buena mañana.
-
Vale, gracias de nuevo.
El agente se dio media vuelta y se marchó, yo me
quedé allí, parada, observando cómo se iba, cuando me disponía a cerrar la
puerta y entrar en casa vi que llegaba Cristie con el perro. Sonreí, ya
empezaba a sentirme más aliviada al saber que ahora estaría ella en casa.
-
Ruth, perdón por haber tardado tanto, llegué
temprano, y fui a pasear al grandullón. ¡Chester, para, Chester, calma! Es muy
juguetón, y no se cansa nunca. Chester, mira a Erika, la nueva de la familia,
corre.
Era demasiado bonito, era blanco y gris, con una
pinta más oscura en el ojo, era divino. Lo soltó y echó a correr hacia mí, pensé
que me iba a tirar, era grande, pero no, vino a lamerme la mano, le acaricié,
le abracé, era tan bonito.
-
¡Qué bonito es! Ay, Chester, ¿quién es el más mono?
¿Y el más bonito? ¡Tú! – Parecía una niña pequeña dándole cariños al perro,
pero me encantó. – Y no pasa nada Cristie, normal que fueras a pasearlo, sino a
ver quién le agota las fuerzas a este.
-
¿Cómo estás? He visto a un agente irse hace nada,
¿se iba de aquí?
-
Sí… Ven, entremos que tengo que contarte, he tenido
una mañana que me ha dejado agotada…
La madre de Eli era muy cariñosa, a ella había
salido, pues entramos y lo primero que hizo fue darme un gran abrazo.
-
Cristie, ¿has desayunado ya? Aún queda café, si quieres
caliento para las dos. – Sería mi tercer café esa mañana, pero lo necesitaba.
-
Sí, gracias, lo que me voy a hacer mejor es un
zumo, ¿aún os quedan naranjas?
-
Sí… Vayamos a la cocina y así te empiezo a explicar
lo sucedido.
Cuando llegamos a la cocina se quedó sorprendida al
ver un paquete encima de la mesa, lo cogí, y suspiré… Le conté todo lo que había
pasado. Ella se sorprendió y me dijo que estuviese tranquila, que debería haber
llamado a la policía, pero que no pasaba nada.
-
Y el paquete, ¿qué es? ¿Ya lo has abierto?
-
Aún no, no sabía si abrirlo yo, o si esperar a que
llegases… No tuve el coraje para hacerlo…
-
No sé cómo ese sinvergüenza tuvo la valentía de
presentarse aquí, y con eses modelas, que rabia. Te diré una cosa, ese hombre
nunca me ha gustado para mi hija. Siempre estaba en otro mundo paralelo a este,
no era una persona normal, no era detallista, estaba con Eli, pero parecía un
hombre solitario. No sé cómo podía ser policía. Además, tenía una mirada de
asesino, de ser vengativo, asustaba… - Yo la escuchaba con mucho interés y
asentía. - Bueno, dejo de hablar de él, y vamos a lo que vamos. Si quieres lo
abrimos ahora, o si quieres aún podemos esperar por Eli, como sea mejor para
ti, pequeña.
-
No, prefiero abrirlo ya, me mata la curiosidad,
aunque me gustaría que estuviese aquí ella, pero no sabemos cuándo llegará. –
Cris asintió con la cabeza.
Cogí el paquete, me temblaban las manos, estaba un
poco asustada, ¿qué habría en él? Empecé a romper el papel de envoltorio, Chester
comenzó a ladrar con el ruido.
-
Tranquila Erika, sino puedes abrirlo, lo dejamos.
-
No, necesito saber qué me ha dado ese cabrón.
Estaba completamente decidida, necesitaba saber qué
se escondía en ese paquete, qué era lo que Eder tenía para mí. Todas sus
palabras me habían dejado perpleja, asustada, pero era hora de saber qué era
aquello. No tardé mucho más en abrirlo,
eran fotos, muchas fotos…
-
¿Un asesinato? – Se sorprendió Cristie mientras veía
una de las fotos.
Yo cogí una nota que venía entre las fotos… No me
atreví a verlas después de la pregunta que ella había formulado.
-
Escucha Cristie, voy a leer la nota. – ella dejó
las fotos sobre la mesa y se acomodó para escucharme atentamente.
Aquella nota era simple, decía:
“Querida zorra, Ruth, sé quién ha matado a tu
familia. Si no me ayudas a salir de la cárcel, yo me mismo me desharé de ti. Apenas
me conoces, pero yo he sido quién te sacó de aquel manicomio, tenlo en cuenta.
Te dejo estas fotos para que disfrutes con la muerte de tu familia, y para que
vayas imaginando la tuya si no consigues sacarme de la cárcel. Ten claro que si
consigo huir, iré a por ti, y disfrutaré con tu cuerpo antes de asesinarte.”
Me desplomé en la silla, noté como si el mundo se
me cayese a mis pies, escalofríos me recorrieron el cuerpo.
Recordé todo. Absolutamente todo. Y rompí a llorar.
No quise ni ver las fotos, aquella nota me hizo revivir el momento de la muerte
de mis padres y mi hermana pequeña, me hizo recordar mi instancia en aquel
horrible manicomio, me hizo recordar todos los días en esta casa con Eder, me
hizo recordar también a Matt, aquel chico que algo sabía de mí, pero que no
pude volver a encontrarme con él, porque Eder me trajo aquí. Recordé demasiado,
y no sabía ni cómo me encontraba… Aturdida. Me había encontrado, pero no dejaba
de estar tan perdida. En parte, esa nota tenía razón, él tenía razón, él me
salvó de aquel manicomio, pero el por qué aún no lo sé.
-
Erika, por favor, sé fuerte. Lo mejor es llevar
esto a la policía…
-
No, no, no. No podemos llevar esto a la policía, de
esa forma volveré a ese jodido manicomio… En parte, Eder me ha salvado, él fue
quien me quitó de allí, pero también es él quién me puede hacer regresar allí
de nuevo, y no quiero, no podría volver a estar encerrada en cuatro paredes,
drogada con las pastillas que me hacen dormir, que me hacen estar atontada…
Cristie, por favor, esto será un secreto, esto no puede salir de aquí…
-
De acuerdo, tienes razón, ahora eres alguien muy
importante para mi hija, y como otra hija para mí, asique, haremos lo que sea
para que estés a salvo y no tengas que regresar al manicomio.
Hubo una pequeña pausa. Yo veía para las fotos que
estaban esparcidas en la mesa, pero no las miraba con atención.
-
¿Has visto las fotos? Son un poco dolorosas, y te
van a impactar…
-
No quiero verlas, hoy no, al menos por ahora. Guárdalas,
por favor, quizás cuando llegue Eli tenga más fuerzas para mirarlas con ella. Si
quieres, puedes mirarlas tú todas.
-
No, he visto un par de ellas, y ya ha sido
suficiente.
Era casi mediodía, casi las 12, el tiempo se había
escapado, había volado. Eli aún no había llegado, no había llamado. Y yo estaba
muy impaciente por saber qué había pasado. La verdad, tenía miedo de que Eder
lograse escapar, y no entrase a la cárcel. Tenía miedo de que cumpliese las
palabras que escribió en aquella nota.
-
Voy a salir con Chester de nuevo, ¿quieres venir?
-
No, necesito una ducha relajante.
-
De acuerdo, no tardaré mucho, así empezamos a
preparar la comida, seguro que para entonces estará al llegar Eli.
Ella se acercó a la puerta, voceo un “hasta luego”,
yo le respondí con otro, subí las escaleras, y escuché como cerraba la puerta.
Me metí en la habitación, al final estaba la cama
deshecha aún, la hice. Abrí el armario y cogí otra ropa, me fui al baño y empecé
a llenar la bañera, me quité la ropa, me metí en ella, y me dejé estar allí
bastante tiempo, ¡qué bien se estaba! Me estaba olvidando de todo, estaba
alcanzando un mundo aparte, un mundo sin problemas, un mundo con quien me
importaba cerca…
Pero todo lo bueno se acaba, y aquel baño tan
relajante de terminó cuando empezó a sonar el teléfono.
*Riiiing, riiiiin, riiing…*
Pensé que si fuese muy importante llamarían más de
una vez, y así fue más de una y de dos también. Tuve que salir de la bañera
llena de espuma y envolverme en una toalla, salir corriendo y bajar al salón. No
me dio tiempo a coger, pero no tardó en sonar. Mis pensamientos se imaginaban
lo peor, pues que hubiese sonado tantas veces el teléfono no traería buenas noticias.
*Riiiiing*
Y ahí estaba sonando de nuevo. El primer tono, y ya
cogí.
-
¿Quién?
Nadie respondía. Una respiración intensa era lo único
que se escuchaba.
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