lunes, 30 de marzo de 2015

— Capítulo 18 —

Esperé unos segundos, seguía escuchando una respiración entrecortada al otro lado del teléfono. Me desesperaba.
-          Oye, estoy escuchando cómo respiras, responde.
-          Sácame de…… *piii, piii, piiii* - la llamada se cortó, pude escuchar gritos mientras esa persona me hablaba.
Dejé el teléfono dónde estaba, ni reparé en ver el número ni nada, en ese momento no le di importancia, lo que me importaba era terminar el baño que estaba teniendo. Y así fue, subí, fui al cuarto de baño y me metí de nuevo en la bañera.
Desconecté de todo. Dejé que pasara el tiempo, los segundos, los minutos, e incluso dejaría pasar las horas. Estaba tan relajada, tranquila.  De repente, escuché ladrar, Cristie y el perro estaban en casa. Me aclaré el pelo, me quité la espuma, me enrosqué nuevamente en la toalla y di una voz:
-          Cristie, estoy arriba, me visto y me reúno contigo en un instante.
-          Vale, no tengas prisa, he comprado un par de cosas, voy a colocarlas en su sitio.
 Apenas tardé en vestirme, me sentía nueva. Y una vez más comenzó a sonar el teléfono mientras yo bajaba las escaleras, fui corriendo antes de que colgasen. Esta vez llegué a tiempo, esta vez hubo respuesta,  de hecho no pude ni preguntar quién era, ya empezó ella la conversación.
-          ¡Ruth! Tengo buenas noticias, lo hemos conseguido: EDER ESTÁ EN LA CÁRCEL. – estaba eufórica, me sorprendí a la vez que me alegré. – Todo ha salido como preveía Peter, mi abogado, le han condenado a 3 años de cárcel. Ahora podremos estar tranquilas. Ruth, ¡¿estás ahí?
-          Sí, joder, menos mal, me alivia bastante escuchar eso Eli, estabas tan emocionada, que no me has dejado pronunciar palabra…
-          Ay, es que estoy tan orgullosa de conseguir que ese cabrón esté donde se lo merece.
-          ¿Tardarás mucho?
-          No, sobre media hora y me tenéis ahí.
-          Vale, pues vamos a hacer la comida, luego hablamos, tengo cosas que contarte, hasta luego.
-          ¿Cosas? ¿Qué cosas?
-          Cuando llegues, ven con calma, hasta luego.
-          Pero… - No le di tiempo a que hiciese más preguntas, le colgué.
Fui para la cocina, allí estaba la madre, con todo preparado para hacer la comida, ya había empezado a picar las verduras.
-          Voy a preparar espaguetis, ¿te apetece? A Eli le encanta, y seguro que vendrá con hambre, a ver si no se demora mucho.
-          Sí, te ayudo a prepararlos, a mí también me encantan. Justamente me acaba de llamar, tardará sobre 30 minutos…
-          ¿Y cómo acabó la cosa? – me interrumpió.
-          Eso te iba a comentar, 3 años en la cárcel tendrá que pasar Eder. – su rostro mostró alegría.
-          Es lo mínimo que se merece. ¿Le contaste lo que te ha pasado?
-          Aún no, le dije que hablaríamos cuando llegase a casa. – ya no dijo nada, asintió y sonrió.
Nos pusimos a hacer la comida, cuando estábamos terminando, apareció Eli, feliz, alegre. Le dije que después de comer le explicaría lo que había pasado, y que no había que preocuparse, pues por suerte, Eder había terminado en la cárcel, y eso era lo importante.
La comida estaba deliciosa. Cristie nos hizo evadirnos del tema de Eder, hablando de Chester y de los paseos de esta mañana. Al acabar de comer, recogimos y nos fuimos para el salón. Yo cogí el paquete con las fotos, cuando Eli me vio con eso en la mano se sorprendió. Le pedí ayuda a la madre, pues me iba a resultar algo complicado tener que contar la historia de nuevo. Entre las dos se la fuimos contando, le leí la nota. Su rostro se tornaba a pálido por momentos. Se sorprendía, quería hablar, pero no le dejamos gesticular palabra alguna. Y al final de todo, dejé que Cristie explicase lo de las fotos, lo de mi familia, lo del asesinato, lo de mi época en el manicomio, y que no podíamos ir con el paquete a la policía por lo que me pasaría a mí.
Eli, al final, directamente no le salían palabras. Tenía los ojos llorosos, estaba a punto de echarse a llorar con mi historia, y yo… Yo ya había soltado alguna que otra lágrima. Estaba sujetando el paquete con todas mis fuerzas, dentro estaban las fotos. Eli me abrazó, y entonces dijo:
-          Tranquila, tonta, esta es tu nueva familia, y nunca volverás a ese lugar, estás a salvo con nosotras. – le sonreí con lágrimas en los ojos, pero no dije nada. - ¿Quieres que veamos las fotos? – asentí.
Cogí el montón de fotos y empecé a verlas, cada una más fuerte que la anterior. Sentía como si me clavasen puñales por todo mi cuerpo. Las lágrimas no cesaban. Sentía frío, dolor, miedo, rabia, impotencia y odio. Mucho odio.
Allí estaba mi familia, asesinada, asesinada por un cabrón que supuestamente Eder dice conocer. Un cabrón cuyo nombre es John. Lo que más me dolió, fue verme en una foto, junto a mi hermana, y con una pistola a mi lado, llena de sangre.
-          ¡Maldita sea! ¿Por qué me ha arrebatado a mi familia de esta manera? ¿Por qué ha hecho que las culpas cayesen sobre mí? ¿Por qué no me disparó como les hizo a ellos? ¡Joder, joder! No puedo entender cómo existe alguien así, y qué motivos existen para realizar tal cosa.
-          Tranquila, quizás debamos buscar pistas, quizás debamos investigar el caso por nuestra cuenta… Pero no te machaques a ti misma diciendo eso, diciendo que deberías estar muerta como ellos. Si tú estás viva, si a ti te dejó viva, algún motivo debía de tener.
-          ¿Pero cómo vamos a investigar este caso, Eli? Si ya está cerrado, si ya han pasado unos años y la supuesta asesina fui yo…
-          Ya, pero sabemos que tú no has sido. Y sabemos que Eder pinta algo en esta historia. Asique, debemos intentar hilar tanto hilo. Aunque suene imposible, nada lo es.
Hubo un pequeño silencio, las tres nos observábamos… Y esta vez, quién rompió el silencio fue Chester, se escuchaban sus ladridos desde el jardín. Nos echamos a reír, e intenté animarme.
-          Chester impaciente por otro paseo.
-          Cierto, pero ahora se va a esperar, la pequeña de la casa es quien más apoyo necesita. – con las palabras de Cristie me sentí tan importante, tan querida.
-          Tengo algo más que contaros… A las dos…
Ambas se sorprendieron.
-          Cuando Cris se fue a pasear a Chester, antes de hacer la comida, yo me quedé para darme un baño, entonces alguien llamó por teléfono, no sé quién sería. Quizás Eder… Pero no sé… Sonó muchas veces antes de que lo pudiese coger, y cuando al fin llegué a descolgar, sólo escuchaba una respiración entrecortada, le dije que hablase, y entonces escuché como unos gritos al fondo y a él, que empezó una frase y se cortó la llamada, solo pudo decir “sácame de…”. Su voz no era como la de Eder, era una voz más leve, más frágil, de un chico más joven, de mi edad podría afirmar, pero no entiendo quién podría ser…
-          A ver, veamos de donde llamaba… - dijo Cristie.
-          Oh, es un teléfono fijo, a ver, voy a devolver la llamada… - dijo la hija, mientras pulsaba el botón verde.
Eli puso el teléfono en manos libres. Aún tardaron en responder, pero cuando lo hicieron nos asombramos. Aquella voz no era la misma que la que me había llamado anteriormente, era una chica:
-          Buenas tardes, hospital psiquiátrico, ¿en qué puedo servirle? – le hice una señal a Eli para que colgase antes de que dijese nada.
-          Ups, perdone, me he equivocado de número, disculpe las molestias. – colgó inmediatamente.
Ya sé quién podría haber sido aquella persona, Matt, ¿cómo habría logrado encontrar el teléfono de donde yo vivía? ¿Estaría en peligro? Sin explicarles nada, les dije:

-          Tenéis que ir a ese manicomio y conseguir visitar a Matt. Si lo conseguís, preguntadle por Ruth, si sabe quién soy, si me ha intentado llamar, pero que nadie os controle. En ese manicomio nada es normal, y los médicos son unos cabrones, no ayudan a sus pacientes, los destruyen…

jueves, 26 de marzo de 2015

— Capítulo 17 —

[Jueves 8, enero]

*Din, don*
Una vez más sonaba aquel timbre… Ahora debería ser Cristie…

Ya no quería ni asomarme a ver quién era, asique abrí sin dudarlo, las manos aún me temblaban, y seguro que no tenía buen aspecto.
-          ¿Es usted Erika Clark Gray? Soy el agente Paul, he recibido una llamada anónima asegurando que un hombre ha estado aquí amenazándola, ¿es eso cierto? ¿Está usted bien? ¿Por qué no ha llamado a la policía?
No sabía ni qué responder a tal interrogatorio de preguntas… Decidí mentir piadosamente.
-          Señor agente, sí, soy Erika, pero puede estar tranquilo, ha venido aquí alguien, pero se ha ido, yo directamente no le he abierto la puerta, y esa persona hoy mismo acabará en la cárcel. No quise avisar a la policía por ese mismo motivo, pues, quien vino aquí era Eder, cuyos apellidos no conozco, pero es el ex-marido de mi hermana, con el cual tiene un juicio en estos momentos.
-          Ha hecho mal, pudo avisar a la policía, sería la mejor opción, además de una prueba a su favor para que termine en la cárcel como usted opina.
-          Lo sé, lo siento, tiene usted razón, pero me sentía indefensa y algo asustada, en ese momento no supe que hacer.
-          Bueno, entonces, ¿ahora está bien?
-          Sí, agente Paul. Muchas gracias por su atención.
-          En caso de que vuelva a suceder algo similar, no dude un instante en avisarnos, es nuestro deber proteger a las personas como usted. Que tenga buena mañana.
-          Vale, gracias de nuevo.
El agente se dio media vuelta y se marchó, yo me quedé allí, parada, observando cómo se iba, cuando me disponía a cerrar la puerta y entrar en casa vi que llegaba Cristie con el perro. Sonreí, ya empezaba a sentirme más aliviada al saber que ahora estaría ella en casa.
-          Ruth, perdón por haber tardado tanto, llegué temprano, y fui a pasear al grandullón. ¡Chester, para, Chester, calma! Es muy juguetón, y no se cansa nunca. Chester, mira a Erika, la nueva de la familia, corre.
Era demasiado bonito, era blanco y gris, con una pinta más oscura en el ojo, era divino. Lo soltó y echó a correr hacia mí, pensé que me iba a tirar, era grande, pero no, vino a lamerme la mano, le acaricié, le abracé, era tan bonito.
-          ¡Qué bonito es! Ay, Chester, ¿quién es el más mono? ¿Y el más bonito? ¡Tú! – Parecía una niña pequeña dándole cariños al perro, pero me encantó. – Y no pasa nada Cristie, normal que fueras a pasearlo, sino a ver quién le agota las fuerzas a este.
-          ¿Cómo estás? He visto a un agente irse hace nada, ¿se iba de aquí?
-          Sí… Ven, entremos que tengo que contarte, he tenido una mañana que me ha dejado agotada…
La madre de Eli era muy cariñosa, a ella había salido, pues entramos y lo primero que hizo fue darme un gran abrazo.
-          Cristie, ¿has desayunado ya? Aún queda café, si quieres caliento para las dos. – Sería mi tercer café esa mañana, pero lo necesitaba.
-          Sí, gracias, lo que me voy a hacer mejor es un zumo, ¿aún os quedan naranjas?
-          Sí… Vayamos a la cocina y así te empiezo a explicar lo sucedido.   
Cuando llegamos a la cocina se quedó sorprendida al ver un paquete encima de la mesa, lo cogí, y suspiré… Le conté todo lo que había pasado. Ella se sorprendió y me dijo que estuviese tranquila, que debería haber llamado a la policía, pero que no pasaba nada.
-          Y el paquete, ¿qué es? ¿Ya lo has abierto?
-          Aún no, no sabía si abrirlo yo, o si esperar a que llegases… No tuve el coraje para hacerlo…
-          No sé cómo ese sinvergüenza tuvo la valentía de presentarse aquí, y con eses modelas, que rabia. Te diré una cosa, ese hombre nunca me ha gustado para mi hija. Siempre estaba en otro mundo paralelo a este, no era una persona normal, no era detallista, estaba con Eli, pero parecía un hombre solitario. No sé cómo podía ser policía. Además, tenía una mirada de asesino, de ser vengativo, asustaba… - Yo la escuchaba con mucho interés y asentía. - Bueno, dejo de hablar de él, y vamos a lo que vamos. Si quieres lo abrimos ahora, o si quieres aún podemos esperar por Eli, como sea mejor para ti, pequeña.
-          No, prefiero abrirlo ya, me mata la curiosidad, aunque me gustaría que estuviese aquí ella, pero no sabemos cuándo llegará. – Cris asintió con la cabeza.
Cogí el paquete, me temblaban las manos, estaba un poco asustada, ¿qué habría en él? Empecé a romper el papel de envoltorio, Chester comenzó a ladrar con el ruido.
-          Tranquila Erika, sino puedes abrirlo, lo dejamos.
-          No, necesito saber qué me ha dado ese cabrón.
Estaba completamente decidida, necesitaba saber qué se escondía en ese paquete, qué era lo que Eder tenía para mí. Todas sus palabras me habían dejado perpleja, asustada, pero era hora de saber qué era aquello.  No tardé mucho más en abrirlo, eran fotos, muchas fotos…
-          ¿Un asesinato? – Se sorprendió Cristie mientras veía una de las fotos.
Yo cogí una nota que venía entre las fotos… No me atreví a verlas después de la pregunta que ella había formulado.
-          Escucha Cristie, voy a leer la nota. – ella dejó las fotos sobre la mesa y se acomodó para escucharme atentamente.
Aquella nota era simple, decía:
“Querida zorra, Ruth, sé quién ha matado a tu familia. Si no me ayudas a salir de la cárcel, yo me mismo me desharé de ti. Apenas me conoces, pero yo he sido quién te sacó de aquel manicomio, tenlo en cuenta. Te dejo estas fotos para que disfrutes con la muerte de tu familia, y para que vayas imaginando la tuya si no consigues sacarme de la cárcel. Ten claro que si consigo huir, iré a por ti, y disfrutaré con tu cuerpo antes de asesinarte.”
Me desplomé en la silla, noté como si el mundo se me cayese a mis pies, escalofríos me recorrieron el cuerpo.
Recordé todo. Absolutamente todo. Y rompí a llorar. No quise ni ver las fotos, aquella nota me hizo revivir el momento de la muerte de mis padres y mi hermana pequeña, me hizo recordar mi instancia en aquel horrible manicomio, me hizo recordar todos los días en esta casa con Eder, me hizo recordar también a Matt, aquel chico que algo sabía de mí, pero que no pude volver a encontrarme con él, porque Eder me trajo aquí. Recordé demasiado, y no sabía ni cómo me encontraba… Aturdida. Me había encontrado, pero no dejaba de estar tan perdida. En parte, esa nota tenía razón, él tenía razón, él me salvó de aquel manicomio, pero el por qué aún no lo sé.
-          Erika, por favor, sé fuerte. Lo mejor es llevar esto a la policía…
-          No, no, no. No podemos llevar esto a la policía, de esa forma volveré a ese jodido manicomio… En parte, Eder me ha salvado, él fue quien me quitó de allí, pero también es él quién me puede hacer regresar allí de nuevo, y no quiero, no podría volver a estar encerrada en cuatro paredes, drogada con las pastillas que me hacen dormir, que me hacen estar atontada… Cristie, por favor, esto será un secreto, esto no puede salir de aquí…
-          De acuerdo, tienes razón, ahora eres alguien muy importante para mi hija, y como otra hija para mí, asique, haremos lo que sea para que estés a salvo y no tengas que regresar al manicomio.
Hubo una pequeña pausa. Yo veía para las fotos que estaban esparcidas en la mesa, pero no las miraba con atención.
-          ¿Has visto las fotos? Son un poco dolorosas, y te van a impactar…
-          No quiero verlas, hoy no, al menos por ahora. Guárdalas, por favor, quizás cuando llegue Eli tenga más fuerzas para mirarlas con ella. Si quieres, puedes mirarlas tú todas.
-          No, he visto un par de ellas, y ya ha sido suficiente.
Era casi mediodía, casi las 12, el tiempo se había escapado, había volado. Eli aún no había llegado, no había llamado. Y yo estaba muy impaciente por saber qué había pasado. La verdad, tenía miedo de que Eder lograse escapar, y no entrase a la cárcel. Tenía miedo de que cumpliese las palabras que escribió en aquella nota.
-          Voy a salir con Chester de nuevo, ¿quieres venir?
-          No, necesito una ducha relajante.
-          De acuerdo, no tardaré mucho, así empezamos a preparar la comida, seguro que para entonces estará al llegar Eli.
Ella se acercó a la puerta, voceo un “hasta luego”, yo le respondí con otro, subí las escaleras, y escuché como cerraba la puerta.
Me metí en la habitación, al final estaba la cama deshecha aún, la hice. Abrí el armario y cogí otra ropa, me fui al baño y empecé a llenar la bañera, me quité la ropa, me metí en ella, y me dejé estar allí bastante tiempo, ¡qué bien se estaba! Me estaba olvidando de todo, estaba alcanzando un mundo aparte, un mundo sin problemas, un mundo con quien me importaba cerca…
Pero todo lo bueno se acaba, y aquel baño tan relajante de terminó cuando empezó a sonar el teléfono.
*Riiiing, riiiiin, riiing…*
Pensé que si fuese muy importante llamarían más de una vez, y así fue más de una y de dos también. Tuve que salir de la bañera llena de espuma y envolverme en una toalla, salir corriendo y bajar al salón. No me dio tiempo a coger, pero no tardó en sonar. Mis pensamientos se imaginaban lo peor, pues que hubiese sonado tantas veces el teléfono no traería buenas noticias.
*Riiiiing*
Y ahí estaba sonando de nuevo. El primer tono, y ya cogí.
-          ¿Quién?

Nadie respondía. Una respiración intensa era lo único que se escuchaba.