jueves, 20 de noviembre de 2014

— Capítulo 9 —

No sé dónde estoy, ¿por qué este lugar no es mi habitación habitual? Joder.
Presiento que la visita de Matt ha hecho que todo se haya vuelto gris, tirando a negro. No sé cuánto tiempo estuve dormida. Recuerdo sus gritos a lo lejos, y el ajetreo de los médicos. Recuerdo el médico nuevo, y su mirada tan seria, tan penetrante, que te intimida.
Necesitaba saber dónde estoy. Es la primera vez que no sueño con John.
Pasos. Se oyen pasos que se acercan. Me empiezo a asustar. Ya no sabría quién se encontraría tras la puerta al abrirse.
Tocan a la puerta. Me sorprendo. ¿Quién iba a petar en la puerta?
De nuevo, ¡toc, toc! Los escalofríos se apoderan de mí. Me acurruco en una esquina, como una niña pequeña con miedo de que llegue el coco.
Mi voz temblorosa dijo: adelaaaante…
Aquella cara me resultó familiar. Por su vestimenta supuse que no era ningún médico. Yo me extrañaba más, y más. ¿Dónde me encontraba?
No quise preguntar. Ni decir nada.
Nos cruzamos las miradas, y quedamos los dos sumidos en la nada. Noté… No sé, no puedo explicar qué es lo que estaba notando, fue demasiado insólito. Algo en sus ojos me estremecía. Eran oscuros, casi negros. Había fuego, sed de venganza, ira.
De repente me acordé. Era el policía que me había inspirado tanta confianza aquel día. Era el mismo policía que me dijo ‘’tranquila’’, era él. Pero venía sin su uniforme.  Hoy su mirada no era la misma. Esta vez no me inspiraba seguridad, esta vez su presencia me hizo sentir frágil. Y no me gustaba.
El silencio seguía reinando en aquel lugar. Estaba allí como una piedra. Y yo seguía encogida en una esquina, sentada, con mis piernas encogidas, de forma que las rodillas me quedaban pegadas al pecho y yo las agarraba fuerte, incluso con miedo. No pensaba moverme, ni abrir la boca, nunca servía de nada. Esperé. Esperé. Y esperé…





Allí estaba Ruth, indefensa. Me gustaría saber qué le pasaba por la cabeza, si me reconocía, si sabía quién era o si estaba completamente perdida ante tal situación.
Yo. El asesino de toda su familia. John. Yo. El mismo policía que estaba con ella aquel trágico día. Pobre, en el fondo sentía pena hacia ella. Nunca sabrá que ese policía era John. Nunca sabrá que yo soy su medio hermano, ese bastardo al que dieron a otra cuna al nacer.
Llevaba años queriendo hacer desaparecer a esa familia. Años. A mis 12 años supe que mis padres no eran mis progenitores, que yo había sido adoptado. Me contaron toda la historia porque un día les escuché hablando de mí. Me contaron que mi padre era un violador. Y que mi madre al principio quería traerme a la vida, pero a medida que pasaron los meses su opinión cambió, ya no quería que yo naciese, esa mujer decía que el ser que llevaba en sus entrañas iba a salir como el delincuente que abusó de ella. Que su esposo decidió venderme a otra familia y no saber nada de mí. Siempre fui un niño problemático y al conocer mi historia solo sentía odio, odio por la persona que me llevó dentro de sí, odio por su esposo que me vendió, odio a toda su familia. Por eso, a medida que me hacía mayor la ira aumentaba, y solo se me ocurrió asesinar a esa familia. Ideé miles de planes para llevar a cabo el homicidio. Les vigilaba. Cuando yo tenía 13 años nació su primera hija. Por ese tiempo nos trasladamos a otra ciudad y no pude saber nada de esa familia. En cuanto pudiese volvería a mi casa.
Mi padre adoptivo era policía, y yo quería llegar a serlo, para así poder controlar mejor todos los pasos de la familia. A mis 20 años ya tenía mi uniforme. Mi placa. Ya era policía. Ya estaba de vuelta en mi hogar. Para entonces la pequeña ya tenía 7 años, y la madre estaba embarazada de nuevo. Quería verles muertos lo antes posible… Pero entonces conocí a Ruth. Más bien, la vi. Con esa mirada tan inocente. Y mis planes se derrumbaron… No iba a ser capaz de matar a esa niña…

Y ahora que la tengo en frente, sigo viendo a esa niña pequeña, que hizo que cambiase mis planes. Que hizo que mi interior aflojase.
Me acerqué a ella. Le di un beso en la frente. Me giré y le hice perder la cabeza con una frase:
-          Encontraré a John.
Sé que la dejé completamente desorientada. No quise ver su reacción. Me fui, antes de que gesticulase palabra ninguna. Quería que se volviese loca de verdad. Ya que fue la única persona que me hizo sentir débil.





¿Qué está pasando? ¿Por qué el policía sabe de la existencia de John? ¿Y por qué entonces sigo encerrada en un manicomio? Cada vez son más las preguntas que se me forman en mente. No puedo seguir así. Siento que he perdido tantas piezas en el puzzle, a veces quiero rendirme

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